La historia del Anfiteatro de Arlés comienza en el siglo I y se construye
poco después que el Coliseo de Roma, sobre los años 90, con el cual tiene muchas
similitudes constructivas. Su tamaño es más reducido y aún así es muy considerable, ya que en su interior cabían
hasta 20.000 espectadores. Hay mucha polémica sobre su grandiosidad y el lugar
que ocupa entre los grandes anfiteatros romanos del mundo. No obstante, no siempre
ha sido un recinto exclusivo para espectáculos, ya que durante la Edad Media , el
anfiteatro romano de Arlés se transformó en fortaleza y en su interior se
construyeron hasta 200 casas y hasta dos capillas para el culto religioso.
Tuvo que ser en el año 1825 cuando
se decidió devolverle su aspecto original. Y fue una rehabilitación que impulsó
el escritor Prosper Merimée, famoso sobre todo, por su novela que
inspiró la ópera Carmen,
que, además de ser un gran literato,
también fue un personaje extraordinariamente culto que dominaba varios idiomas,
tenía estudios de leyes y, especialmente, era un gran historiador y arqueólogo.
Razones por las que promovió la recuperación de Las Arenas de Arlés.
No obstante, tras aquella primera
intervención en la recuperación del Anfiteatro, se llevó a cabo una mejor y más
profunda restauración. No solamente se recuperó su aspecto original, sino que
en el proceso de reconstrucción se
reutilizaron materiales originales. Cuando fue necesario, se esculpieron nuevas piezas de piedra extraídas de las
mismas canteras romanas, trabajadas con los antiguos criterios y formas como
los originales
Visualmente se diferencia
claramente la parte original de la histórica, algo que siempre provoca cierta polémica
y que, al mismo tiempo, no pretende engañar al visitante con una edificación de cartón piedra como, desgraciadamente,
sucede en tantos lugares.
Junto a
nueve monumentos más de Arlés, el anfiteatro forma parte de listado del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO. Además ,
al Anfiteatro de Arlés y a su incontestable valor histórico, le suma que en sí mismo es un gran motivo de inspiración artística, ya que
fue un lugar que pintó en varias ocasiones el pintor holandés Vincent Van Gogh durante su estancia arlesiana. Momento
en el que creó algunas de sus obras maestras, como Café de noche o La Casa Amarilla . Su presencia forma parte en la actualidad de la Ruta Van Gogh por la ciudad.
Ir
a Arlés y no visitar el resto de sus monumentos Patrimonio de la Humanidad podría considerarse
como un sacrilegio. Casi con la misma y
rotunda importancia que el anfiteatro,
se han de visitar los siguientes monumentos: el Teatro Antiguo, los Criptopórticos
( el Fórum subterráneo), las grandiosas
Termas de Constantino, Les Alyscamps ( necrópolis romana y paleocristiana e Iglesia de San Honorato), el Claustro e
iglesia de Saint- Trophime, Ia Tour des Morgues, construída al final de S.I
antes de Cristo…
Arlés
está en la Provenza. Se
ha de pasear por sus calles, disfrutar de su arquitectura, de los
increíbles paseos a lo largo del Ródano y degustar su deliciosa cocina
provenzal. Eso sí, si podéis, gozad de todo esto en primavera o en otoño. En
verano, las altísimas temperaturas, nada envidiosas de las de Córdoba, os
llevarán a “emborracharos” con la bebida de la región, el Mónaco. A mí, en verdad, me encantó y, entre arte y arte, unas buenas jarras de esta refrescante
bebida, me alegraron el día.
Y
en mi propio beneficio.
José Luis López Terol
(Arlés, 28 de julio de 2016)