OTOÑO EN ALBACETE

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Fiesta del Árbol

martes, 6 de diciembre de 2011

IDENTIDAD, CULTURA Y POLÍTICA: JUAN FRANCISCO CORTÉS SANTIAGO


Juan Francisco Cortés Santiago nace en Marignane (Francia) de padres franceses de origen español. Tras finalizar sus estudios secundarios e iniciarse en el mundo universitario en la Universidad de Aix-en-Provence, se instala en España donde se licencia en Filología Francesa por  la Universidad de Granada. Dos años más tarde se diploma  en Estudios Avanzados en Filología Francesa, especialidad Traducción Literaria por dicha universidad. Un tiempo después obtiene la Licenciatura  de Filología Hispánica por la misma universidad. Actualmente realiza estudios de Derecho en la UNED.
Como traductor ha realizado la traducción de la conferencia  “La entrada de España en la Comunidad Europea” y ha colaborado en el Congreso Internacional de Francés  celebrado en Granada “Le français: histoire, langue et culture face aux défis actuels”…etc.
Traduce  del francés al español, en el marco del DEA, la novela autobiográfica de la escritora francoargelina  Jamila Aït-AbbasLa Fatiha, née en France, mariée de force en Algérie “.
En la actualidad trabaja como profesor de secundaria en el Área de Filología Francesa en  Andalucía.

¿Cuáles son tus orígenes?
Nací en Francia en el seno de una familia de origen español con raíces almerienses, murcianas y gitanas. Concretamente mis bisabuelos salieron de España hacia Argelia, Orán principalmente, a principios del siglo XX. Mis abuelos nacieron en Argelia, y en la década de los 50, mientras que parte de mi familia volvió a España, mis abuelos se trasladaron a la zona de Marsella, donde nacimos mis padres, mis hermanos y yo.
¿Qué influencia ha tenido  en la  construcción de tu identidad los orígenes de tu familia?
Por el efecto diáspora, mi familia ha conservado muchas de sus tradiciones y su mentalidad casi decimonónica. Lo más patente en mi educación ha sido la conservación del idioma español, a pesar de ser de tercera generación.
¿El hecho de  pertenecer a una comunidad con sus características particulares y  siendo francés de tercera generación ha influido  en tus sentimientos como ciudadano o en tu visión de la vida?
Creo que en gran parte. Por un lado, el ser francés de tercera generación y español por mis raíces me ha desligado de alguna manera de esa pertenencia a una ciudad o a un pueblo, en definitiva, a una tierra. En ese sentido, mis lazos con el mundo son más familiares, culturales, afectivos e incluso lingüísticos que geográficos.
¿Cuál es tu punto de vista de España desde tu perspectiva francesa?
Cuando era pequeño sentía una profunda nostalgia por España. De hecho, el primer recuerdo que conservo de mi infancia fue en un mercado, de vacaciones en Almería, tendría unos dos o tres años. Recuerdo a mi padre diciéndome “¿Ves como aquí la gente habla como nosotros?”. Se refería al idioma. Le contesté, desde mi ingenuidad, “¿Entonces por qué tenemos que volver a Francia?”. También recuerdo con mucha ternura al grupo Mecano. Tenía idealizada a España, y no soportaba que se metieran con “mi país”. Desde que me vine a vivir a España, las cosas han ido cambiado. Ahora soy consciente también de los defectos que este país. Desde mi lado francés, diría que a España le falta madurez y organización y que rebosa imaginación y creatividad.
 ¿Crees que la visión francesa de España está llena de estereotipos?
Yo diría que cada vez menos. Personalmente nunca tuve problemas por ser de origen español. Quizás algún comentario que otro, en el colegio, del tipo “¿te gustan los toros?”  o “¿en casa coméis paella?”. No me gustan los toros, aunque reconozco que los domingos, mi madre suele hacer arroz. Lo que sí es cierto, es que prejuicios, hay en todos los sitios, y supongo que ciertos franceses pensarán que aquí sólo nos dedicamos a salir de fiesta y a dormir la siesta.
 Llevas viviendo ya en España unos años. Desde el punto de vista que  te otorga este conocimiento ¿podrías deshacer tres tópicos  o estereotipos de Francia sobre España?
En primer lugar, aquí se trabaja tanto o más que en otros países. Lo que falla, en mi opinión no es el volumen horario, sino la calidad y la organización en el trabajo. Se pierde mucho tiempo en “contentar a la galería”, aunque éste es otro tema. Por otra parte, aquí hay más antitaurino que en Francia. De hecho, ciertas comunidades autónomas, como Canarias, han condicionado su práctica, y en Cataluña, la han prohibido. El tercer tópico es sobre el estilo de vida que llevamos aquí. Dejando a un lado la crisis que estamos viviendo, en España, al menos en las ciudades medianas y grandes, llevamos una vida totalmente europea con todas las comodidades que brinda un país occidental.
¿Cuál de ellos te afecta más?
Lo único que me molesta, es la generalización. Por lo demás, me siento muy orgulloso de mi pertenencia a la cultura española, con sus más y sus menos.
 Ahora, a la inversa: ¿podrías deshacer tres tópicos de España sobre Francia?
Creo que en España no se sabe que el humor francés puede llegar a ser muy interesante a la vez que sutil. Personalmente, tengo en mente a algunos humoristas franceses que aún recuerdo con intensidad. Por otra parte, a pesar de lo que se cree, el francés no es nada chovinista, al menos dentro de Francia. Allí, y creo que se debe a la inmigración masiva, el ser francés “de pura cepa” ha pasado a convertirse en un rasgo sin atractivo y eso se nota cada vez más en la cultura y en los medios de comunicación en general.
 Francia es un estado administrativamente muy centralizado. ¿Desde tu experiencia española cómo lo valoras?
Francia es un país centralizado a nivel político, aunque las Regiones, que son lo equivalente a nuestras Comunidades Autónomas, asumen ciertas competencias. Si comparo el bienestar de un francés a nivel de derechos y prestaciones administrativas, puedo asegurar que éste es mejor y más rápidamente atendido que un español. El hecho de que el principal foco de poder político esté concentrado no es incompatible con una desconcentración administrativa, para brindarle unos servicios más eficaces al ciudadano. Aquí todo está diluido, el poder político muy fragmentado, y eso no redunda en beneficio del ciudadano, sino que genera desigualdades y confusión.
¿Es entendible y tal vez posible un Estado de las Autonomías en Francia?
Rotundamente no. En Francia, las antiguas provincias del Antiguo Régimen estaban condenadas a la división y a la sumisión al poder monárquico y fue precisamente su “unificación” en un Estado más fuerte,  democrático y laico durante la Revolución francesa, lo que permitió su desarrollo como nación y el fin de los privilegios. Para muchos, en Francia, modernidad y democracia rima con centralismo.
Podríamos decir que España es una democracia todavía inmadura. ¿Como francés, podrías explicar esta frase?
Puedo explicarlo desde mi propia reflexión, que evidentemente se ha nutrido de mi experiencia francesa. Creo que una democracia asentada y madura no tiene problema de identidad, ni busca huir, ni se muestra vulnerable o manipulable por el politiquillo de turno. En una democracia madura, sentirse o no español no es un problema. En una democracia moderna, el asunto de la laicidad ya está zanjado. En una democracia madura, en definitiva, no se mira hacia el pasado, sino hacia el presente y el futuro. Lo que preocupa en una Democracia moderna y asentada es la Educación, las pensiones, el salario, la seguridad, la competitividad, en definitiva el bienestar.
¿Cuál son, según tu opinión, las diferencias ideológicas entre la derecha/izquierda española y la francesa?
Explicar la política desde el espectro derecha/izquierda es muy simplista y tal vez algo anacrónico. El origen de esta dicotomía se remonta a la Revolución Francesa de 1789, tras la cual, en la Asamblea Constituyente, los diputados más moderados se sentaban a la derecha, mientras que aquellos que deseaban cambios más rápidos y radicales se sentaba a la izquierda. En el contexto del Antiguo Régimen y el del siglo XIX, era entendible tal oposición puesto que los primeros defendían los privilegios del poder establecido y el predominio de las clases favorecidas, mientras que los otros defendían a los más débiles. Hoy en día, decir que la izquierda defiende a los pobres y la derecha al poder y a los ricos es, cuando menos, reduccionista. Tanto la denominada izquierda como la derecha tienden a defender el poder - su poder - establecido, hecho comprobado con las oligarquías formadas a raíz de la autonomización del Estado Español. Dicho esto, y empleando la terminología derecha/izquierda, una de las señas de identidad de la lucha entre la izquierda y la derecha francesa se centra  principalmente en el mantenimiento/fomento de las políticas económicas sociales, y la manera de integrar a las minorías derivadas de la inmigración. En España, la izquierda ha perdido su carácter “universalista” pactando con las diferentes fuerzas nacionalistas e independentistas y vendiendo un discurso de modernidad multinacional poco entendible y aceptable hoy en día. Por su parte, la derecha, en cuanto tiene ocasión, privatiza todo lo que puede privando al Estado del ejercicio de competencias cruciales, entrando en total contradicción con ese pretendido patriotismo del que tanto alardea.
Hablemos de emociones: ¿es fácil convivir con una dualidad afectiva e identitaria  sin caer en contradicciones?
Cuando era pequeño, todo era muy complicado. Por una parte, deseaba ser como los demás, cuando me visitaba un amigo, le pedía a mi madre que no me hablara en español. Por otra parte, me sentía de alguna manera desarraigado en Francia y tenía la mente orientada hacia España, era como la “Tierra prometida”. Sin embargo, desde que me instalé en España, he dejado de idealizar a España para verla tal como es, con sus puntos positivos y negativos. Además, me he ido reconciliando con mi parte francesa que rechazaba siendo un niño. Ahora puedo decir con total orgullo y libertad -no hay limitaciones más grandes que las que se pone uno mismo- que soy y me siento español y francés, con todas las contradicciones -y riquezas- que esta dualidad puede implicar.
Defender a ultranza  la identidad según el lugar de nacimiento implica crear enemigos que justifiquen este sentimiento (opinión del historiador italiano Paolo Ginzburg) ¿Qué opinas  de este tema?
Una frase muy acertada. La mecánica del nacionalismo se basa en la enemistad del otro, sin la cual no puede existir. Para que un nacionalismo tenga legitimidad, necesita unos motivos de diferenciación basada en la discriminación, el rechazo y la no aceptación por parte de quien uno se quiere separar. Motivos como el nazismo alemán o el apartheid sudafricano  en los que un pueblo, una nación, por el mero hecho de “ser” son discriminados en el mejor de los casos. Cuando esa discriminación no existe, hay que inventarla. De ahí la importantísima labor de victimización y discurso de crispación del nacionalismo voluntario.
 Define qué es para ti el “nacionalismo”.
Creo que hay dos nacionalismos diferentes. El primero, es el sentir de una comunidad de personas, que por el simple hecho de ser diferentes (por motivos étnicos, religiosos, lingüísticos, sexuales, sociales, económicos, etc.) han sido discriminados de alguna manera por otro grupo. Este nacionalismo es, en mi opinión, un grito de alarma, una reivindicación más que justificada. Estoy hablando de la comunidad negra de Sudáfrica bajo el Aparheid, de los judíos europeos o de ciertos pueblos duramente reprimidos en Europa oriental, como los armenios, los kurdos, o los griegos bajo el dominio otomano. Sin embargo existe otro nacionalismo, más reciente, que pone en tela de juicio principios tan democráticos como la solidaridad, la igualdad, o la sensatez, y cuyo principal fin es obtener el mayor poder posible para quien lidera ese nacionalismo. En ese sentido, se emplean argumentos - a menudo manipulados - históricos, lingüísticos e incluso económicos, para crear en el grupo meta la impresión de que está siendo rechazado, discriminado e incluso reprimido por el “grupo dominante”.
Volvamos al estado autonómico. ¿Crees que garantiza la igualdad de los ciudadanos en derechos y responsabilidades? ¿O más bien es una situación que debilita  y desequilibra al país?
Desde mi experiencia como docente, creo que el poder político, cuanto más disperso esté, más dejará lugar a desautorizaciones y confusión. A menudo se critica al poder central por no saber resolver los problemas de los ciudadanos. Por otra parte, las Comunidades Autónomas, en alguna ocasión, no se ponen de acuerdo a la hora de aplicar criterios comunes, - recordemos el caso reciente de los sistemas sanitarios vasco y riojano - lo cual no hace más que ralentizar y dificultar las prestaciones que un Estado debería poder asumir en todo momento. No olvidemos que todo el aparato institucional deber estar al servicio del ciudadano, independientemente de quien tenga que asumir las competencias.  El problema que tenemos en España es que, por motivos históricos recientes, se suele asociar centralismo con autoritarismo y descentralización con democratización. Eso es una falacia. Lo único que garantiza la vigencia de una democracia es una correcta separación de poderes,   principio que aún está por desarrollar en España. Además, para que una democracia sea efectiva y real, el ciudadano deber poder beneficiarse de todos los servicios y prestaciones que puede ofrecer el Estado. Y cuanto menos desconcentrada esté la maquinaria ejecutiva - y legislativa - en cuestiones importantes, más eficaz y rápidamente podrán prestarse esos servicios.
Estado autonómico igual a gestión eficaz y cercana al ciudadano. ¿Cuál es tu opinión sobre esta frase?
Organización, racionalización y agilidad son las claves para una mejor gestión al ciudadano. Multiplicar los focos de poder político no es la solución. La España de las Taifas ya pasó.
 Francia  cuenta con una larga experiencia democrática. La democracia española es joven y está aún asentándose. ¿Cómo analizarías este diagnóstico?
Bueno, es un hecho. El origen de las democracias europeas, exceptuando la particularidad del Reino Unido, se remontan a la Revolución Francesa. La sociedad española aún tiene que evolucionar, a su ritmo y con reflexiones constructivas. Hay que abandonar el discurso guerracivilista y la crispación en muchos temas. En todas las Autonomías, independientemente del color político, se han ido generando oligarquías caciquiles que recuerdan épocas pasadas. La cuestión nacionalista en un país que no tiene ningún problema en ese sentido también es un lastre que espero se vaya solucionando. Aunque tampoco se puede dejar de mencionar los problemas identitarios que han ido surgiendo en Francia a consecuencia de las olas de inmigración que se han producido desde la época colonial.
¿A qué elemento de  la cultura francesa no renunciarías por nada del mundo?
No me gustaría renunciar a nada. Aunque, si te tengo que dar una respuesta concreta, te diría que al idioma.
¿Y de la española?
Lo mismo.
¿Puedes acabar esta entrevista con un pensamiento, frase o reflexión sobre lo que tú eres: español y francés?
Si mi identidad fuera un lienzo, lo español el color amarillo y lo francés el azul, el lienzo tendría multitud de tonos: algunos bordes serían azules, otros, amarillos, mientras que lo esencial del lienzo contendría todos los matices del verde.