OTOÑO EN ALBACETE

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Fiesta del Árbol

domingo, 12 de julio de 2015

CONGRESO EXTRAORDINARIO DE  DE  UPyD: REFLEXIONES
( Juan Francisco Cortés Santiago)

Estoy de vacaciones, en Francia, mi otra patria. Sin embargo mis mirada y reflexiones están puestas en España, más concretamente en UPyD. El motivo de tan poco bucólicos pensamientos es la celebración del Congreso Extraordinario de dicho partido ayer, sábado 11 de julio. En él, la líder del partido, Rosa Díez, se despedía emocionada ante la afiliación reunida en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Pero el Congreso no se convocó sólo para despedir a su líder, sino para dar paso a un nuevo Consejo de Dirección. Cuatro candidaturas, todas ellas exentas de avales, concurrieron a dicho proceso.
Desde un punto de vista mediático, dos eran las candidaturas que más jugo ofrecían. La exonimamente llamada oficialista, “Unidos por UPyD”, encabezada por Andrés Herzog, el abogado que estuvo al frente de la querella contra Bankia, y Gorka Maneiro, el único diputado de la formación magenta en el Parlamento Vasco.
Por otro lado, “Renovadores de UPyD”, encabezada por la escritora, filóloga y diputada nacional Irene Lozano, gran apoyo de Zaida Cantera. Candidatura en cuyas filas se encuentra el ex diputado nacional y ex candidato a la Generalidad Valenciana, Toni Cantó.
Me declaro simpatizante - no oficial - de UPyD  por diversos motivos que no procede exponer por ahora. Y vaya por delante que, antes de que se anunciaran las diferentes candidaturas, yo ya tenía cierta predilección por Gorka Maneiro. Considero que ha realizado una ingente labor en el Parlamento Vasco, desde su soledad, su franqueza, valentía y espíritu progresista y conciliador.
El caso Sosa Wagner me dejó un sabor amargo. No me corresponde entrar a valorar el trabajo de nadie, ya que, entre otras razones,  carezco de datos que sólo algunos manejan. Ahora bien, me tomaré la licencia de afirmar que muy desafortunados fueron algunos comentarios o “adjetivos” que ciertos diputados nacionales vertieron sobre el ex eurodiputado. En defensa de Irene Lozano, recordaré que pidió disculpas públicas.
El asunto de Ciudadanos es, cuando menos, espinoso. Podríanse enumerar diferencias programáticas y actitudinales entre ambas formaciones para justificar la negativa de los magenta a pactar. Gestación Subrogada, querellas y denuncias judiciales contra corruptos y golpistas constitucionales, elecciones orgánicas sin avales, política impositiva, Custodia Compartida, Sanidad Universal, y un largo etcétera. Todas ellas salvables, si se quiere.
Pero es que, si ambos comparten el diagnóstico de que la igualdad social, económica y territorial de los españoles ha sido mermada en gran medida por los nacionalismos periféricos, donde C’s propone un “Gran Pacto de Estado” por la Educación, sin osar replantearse el modelo competencial, UPyD, desde sus inicios se ha posicionado a favor, y sin paliativos, de devolver las competencias de Sanidad y Educación al Estado. Y lo que, a criterios de algunos, pueda parecer un mero capricho no es sino la consecuencia lógica de la asunción por parte de los magenta de que el arma más valiosa para un nacionalista es la Educación. Ningún pacto de Estado impedirá que el nacionalismo adoctrine en las aulas dado que en ello va su supervivencia. No huelga recordar que el Gobierno Autonómico Catalán se ha negado sistemáticamente a cumplir las resoluciones judiciales y los artículos de la LOMCE relativos al bilingüismo. Por ello, el único garante de la igualdad en materia de Educación y Sanidad ha de ser el Estado. Y eso es innegociable.
Volvamos al Congreso Extraordinario. Ha ganado la Candidatura de Herzog y Maneiro frente a la de Lozano. Y por un estrecho margen. Quiero pensar que lo esencial a ojos de todos sigue siendo el proyecto único que representa UPyD para España. Quiero pensar también que la candidatura ganadora tendrá en cuenta el apoyo que han recibido Irene Lozano y los renovadores. Quiero pensar que Irene Lozano es un gran activo para el partido. Una mujer luchadora, comprometida, abierta, solidaria y de consensos. Quiero pensar que la formación magenta necesita a Irene Lozano. Quiero pensar que no me he equivocado. Por UPyD. Por España.
                                           





martes, 7 de julio de 2015

IDENTIDAD, CULTURA Y POLÍTICA I
NELSON MUÑOZ DÍAZ 

Nelson Muñoz Díaz nace en Maldonado, Uruguay, en un día de otoño del hemisferio sur de 1946. Su infancia, adolescencia y juventud transcurren en el seno de una familia humilde y trabajadora de la sociedad fernandina.
Fue partícipe de una enseñanza pública, laica, gratuita y obligatoria de un nivel reconocido internacionalmente.
Buen lector desde sus años mozos, se interesa por los temas sociales, políticos y filosóficos. Amante y seguidor del urbanismo, la arquitectura, la plástica, el arte, el cine, la literatura, el arte y los viajes.
Ya en el Liceo, cursa el grado preparatorio en Derecho, pero finalmente se decanta por la filosofía, disciplina en la que nunca llega a graduarse.
La convulsa situación política del Uruguay en la década de los setenta y las nulas posibilidades de progresar en su ciudad natal lo llevan a Buenos Aires, ciudad en la cual estudia y trabaja en la Secundaria, dentro de la Enseñanza  Privada.
Su militancia política en Uruguay le ocasiona graves problemas tanto en su país natal como en Argentina. Sintiéndose perseguido y en ojo de mira de las dictaduras de dichos países,  se ve obligado a “emigrar”  a Barcelona, España.
Trabaja en diferentes menesteres para poder sobrevivir. La buena acogida de los españoles y su solidaridad le permiten una subsistencia más digna, al mismo tiempo que posibilitan que inicie estudios de magisterio, que felizmente acaba en 1985, especializándose en Filología Hispánica. Dos años después aprueba las oposiciones de Educación Primaria y se convierte en funcionario del Estado. Ejerce la docencia en múltiples lugares de la geografía catalana. En el 2011 se jubila.
Participa activamente en debates políticos, tanto en la prensa como en las redes sociales. Su infinidad de artículos, todos ellos muy celebrados y reconocidos,  abarca diferentes temas como el laicismo, el fundamentalismo islámico, el ecologismo, la defensa de los derechos de los homosexuales, la situación política uruguaya, situación económica de España y un largo etcétera temático.
De pluma afilada y concisa, enriquecida con un espléndido vocabulario, incide exitosamente en los relatos cortos. Todos ellos de una complejidad estructural casi borgiana. La presencia de Onetti y Benedetti es muy perceptible en todos sus textos,  así como en todo su mundo literario.
Existe el proyecto de una recopilación de todos ellos para una futura publicación.


1.   Naciste en Uruguay y llevas viviendo más de la mitad de tu vida en España. ¿Crees que el origen  define la entidad personal?

     Concibo la identidad personal como un proceso en construcción. Sin embargo, eso no quiere decir que el edificio de la identidad no esté hecho de rasgos permanentes, de conciencia reflexiva, de fisonomías íntimas y de surcos vitales que nos caracterizan como sujetos frente a los demás.
  Nuestra identidad es un quehacer en perpetuo montaje, una obra individual llena de enlaces, ajustes, desajustes y articulaciones que consta de raíces y rasgos, muchos de los cuales son hereditarios o innatos, directamente relacionados con el fondo de nuestro propio universo interior y con la geografía y las circunstancias en la que se desarrolla nuestra vida, sobre todo la inicial.
   Bajo dichas circunstancias, sobre todo las sociales y económicas, circunstancias no siempre inamovibles, creo que el origen de nuestro nacimiento define nuestra identidad personal, ese conjunto de atributos y particularidades que ejercen una influencia extraordinaria en la especificidad de nuestra existencia personal.

2. ¿El hecho de  pertenecer a una comunidad con sus características particulares  ha influido  en tus sentimientos como ciudadano o en tu visión de la vida?

  Como a todo bicho viviente a mí también me ha influido la genética. He heredado mis genes de una familia trabajadora, elementos biológicos que han tenido una influencia elemental, un porcentaje considerable en el perfil de mi carácter y mi temperamento. Familia proletaria, ambiente social y cultural pobre, genes, educación y un contexto uruguayo en franca decadencia institucional han influido, y todavía se manifiestan, de forma irrefutable en el desarrollo de mi temple emocional y social, en mi conciencia de ciudadano, en mi relación conmigo mismo y con el mundo y en mi educación primera. Del mismo modo, dichos genes han terciado en una constitución física y anímica proclive al pesimismo y al desánimo.
  Uruguay ha tenido un predominio concluyente en mi vida, pero también la ha tenido España, el lugar donde he crecido como persona y donde tengo amigos entrañables. España, Cataluña y Barcelona componen la geografía humana y física donde me he ganado el pan y donde he aprendido muchas cosas, donde se ha configurado mi autonomía personal, una emancipación propia que ha encontrado grandes cuotas de libertad para respirar y para desenvolverse en una atmósfera vivificante que nunca antes había conocido.
   Si el acopio de vivencias dice algo, aseguro que a estas alturas de mi vida soy más español que uruguayo, más catalán que fernandino. Llevo más de cuarenta años viviendo fuera del lugar donde nací, integrado, por lo menos así lo creo, en una Cataluña y en una España que me han acogido con generosidad y cobijo, de forma extraordinaria.  Desde este reconocimiento respondo a tu pregunta.
   Aunque a veces no lo parezca, declaro, también, que no me olvido jamás de mis orígenes bien humildes ni del lugar en el que he crecido como niño y como joven. Soy hijo de una familia proletaria de un Uruguay que llevo en mi corazón junto con esta sociedad, este país que para mí sigue siendo extraordinario, que me ha adoptado y me brinda oportunidades para estar relativamente satisfecho de mi propia existencia.
   Soy hijo de las circunstancias como todo hijo de vecino. Hay instantes en que me rindo a la desesperanza y existen otros en que me entrego a la felicidad que transmiten los pequeños placeres. A veces creo que soy libre y que mis opiniones y mis apreciaciones están hechas de la conciencia de mis propios actos, cuando, en verdad, obedecen a la inocencia de las causas que determinan todas las cosas.

3.   Creo que eres una persona enriquecida por una doble mirada. Por un lado está tu perspectiva  latinoamericana y por otro la europea. ¿En cuál de ellas te sientes más cómodo?

Llevo  40 años residiendo en Barcelona. Esa es una de las razones, no  la más importante, por la que me siento más cómodo viviendo en Cataluña,  España. Reconozco, no obstante, que no hay día que no acudan a mi espíritu las emociones, los sentimientos, los asuntos y los contenidos esenciales relacionados con las vivencias experimentadas en el país donde nací.
Me reconozco en el ambiente provinciano de un Maldonado muy lejano, aletargado y apático y en un sinfín de vicisitudes acaecidas en los paisajes del este uruguayo, que se van difuminando en el universo de un olvido involuntario.
      A estas alturas de la partida que me ha tocado jugar, una existencia enriquecida por dos perspectivas contrastadas y a la vez abatida por las numerosas circunstancias de mi propia historia personal y familiar, tengo que reconocer que los influjos y las perspectivas de mi existencia constan de cuantiosos ángulos, aristas y puntos de fuga. Tengo que aceptar, asimismo, que el pragmatismo nunca ha sido mi fuerte, que percibo el firmamento con muchas dosis de idealismo, que soy un sentimental sin corrección, que he aprendido mucho más de la perseverancia que de mi propia inteligencia. Una comprensión costosa de las cosas que, al día de hoy, soy incapaz de evaluar, y que, sobre todo, he aprendido a ver, contemplar y valorar los contextos que han abarcado y que todavía me abrazan y a relacionarme con la realidad de acuerdo a mis propias demarcaciones existenciales. Las configuraciones de mi existencia se han venido construyendo con escasos elementos, con muy pocos éxitos y con cuantiosos ensayos y caídas.  
Las perspectivas por las que me preguntas lidian contra las dificultades de mis limitaciones mentales y merman sin solución de continuidad a medida que me hago más viejo. La retentiva latinoamericana camina errática en dirección a un abismo insondable. La representación europea me lleva a los momentos más felices de mi vida y me deja a las puertas de un devenir confuso, en los muros de un mañana hermético e imposible de escudriñar. Me abandona al borde de una dimensión misteriosa por la que aspiro a partir entre el retiro y el silencio.

4. ¿Hay conflicto entre ellas

No hay conflictos entre esas dos perspectivas, entre esos dos universos, entre esos dos trayectos de un mismo bosquejo vital, de un mismo camino hacia mí mismo. Son perspectivas que percibo yuxtapuestas y que se han complementado, recíprocamente, en ese apasionante y único acto de sobrevivir, en ese transcurso colmado de avatares y cambios  que me han permitido disfrutar de una cierta emancipación y algunas libertades.

5. Hablemos de emociones: ¿es fácil convivir con una dualidad  afectiva e  identitaria  sin caer en contradicciones?

   Soy una persona algo primitiva que se expresa habitualmente bajo una conducta emocional, bajo un comportamiento que, lejos de encerrarme en incomunicaciones, algunas veces me permite trascender. Soy esencialmente discordante y hasta incongruente. Soy  apasionado, pero eso no significa que no tenga frenos, que mis afectos sean efímeros, que  no tenga empatías, que no sopese las reflexiones, que no pueda identificarme con las alegrías, los sueños y las peripecias que experimentan los demás. Soy esencialmente contradictorio, vehemente, sentimental y a pesar de todo ello puedo establecer vínculos regulares y duraderos con otros seres humanos y con mi propio pasado.
   Amo a España, amo a Cataluña y, por distintas razones, sigo apegado al Uruguay.  Confieso que con frecuencia experimento, también, la ambivalencia anímica con todo a lo que se refiere al país donde nacimos, un estado espiritual que por lo general refleja emociones, afectos y críticas de valencias de signo positivo y negativo.

6. ¿Crees que en tu visión de la realidad del país hoy día se mezclan sentimientos emocionales que te impiden objetivar lo que allí está pasando?

Mi visión de la realidad uruguaya está impregnada de subjetividad, principalmente de afectividad, de simpatías, de esperanzas, de escasas idealizaciones y de deseos de progreso para la población humilde del país en que nací. Pero también está movida por la objetividad y la crítica, por una perspectiva analítica que trata de descubrir las luces, las sombras y las raíces de los pequeños éxitos, los conflictos humanos y sociales y las dificultades de la gente corriente como yo.
Teniendo en cuenta que la realidad no es una cuestión sujeta a la invariabilidad, mi visión del Uruguay de hoy se sostiene sobre una información cotidiana, sobre los mensajes y conversaciones por internet, por una información fundamentalmente periodística que da cuenta de las circunstancias que fluyen en la nación del río de los pájaros pintados.
Con independencia de mi forma de pensar, sentir o concebir el país donde nací, mi contemplación sobre él, de su presente y su pasado, se detiene en su humanidad, registra sus movimientos, sus problemas y vicisitudes, pone su enfoque sobre una ciudadanía que trabaja con la realidad para cambiarla, que actúa para manifestar que la situación política, social y económica es transformable y que los cambios para bien, para el bien de todos y no de unos pocos, son posibles.
Matizar en este tipo de trabajo es muy importante para no caer en injusticias ni maniqueísmos ni afirmaciones simplistas o excesivamente reduccionistas. Es un arte que cuesta dominar.

7.Podríamos decir que España es una democracia todavía inmadura. ¿Como uruguayo, podrías reflexionar sobre esta frase?

  ¿Se puede asegurar que nuestra democracia es realmente pujante y que está definitivamente consolidada cuando la ideología que domina el poder debilita el Estado de Derecho y el Estado de Bienestar, cuando los poderes, que son los que deberían dar ejemplo, los que interpretan y aplican la ley y la justicia, no son siempre congruentes y proporcionados?
  ¿En verdad se puede hablar de Estado social y democrático de Derecho, de un sistema de libertades y obligaciones maduro y garantista, con una cierta calidad democrática, cuando, una y otra vez, los discursos oficiales y de un sector de la clase política en la oposición son profundamente demagógicos, cuando se ponen paños calientes a los problemas generados por una crisis injusta, por un neoliberalismo rampante, cuando se exige austeridad sólo a las capas más indefensas de la población, cuando no llegan nunca, o llegan mal y tarde, las soluciones para la mayoría, cuando existe escaso o nulo interés en atajar las desigualdades económicas y sociales, cuando para contener la conflictividad social creciente se implementan leyes mordazas, cuyo único propósito es defender las prerrogativas de las minorías ricas y mimadas?
  ¿Se puede hablar de democracia consolidada cuando ésta  ha sido convertida en un sistema electoral permanente, cuando nuestros gobernantes y nuestra clase política en general terminan de pasar elección e inmediatamente comienzan a actuar pensando en la siguiente?
    Una democracia madura separa categóricamente el Poder Judicial del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo, cuestión cardinal que en la actualidad, bajo el mando del Partido Popular, deja mucho que desear. Una democracia madura no sólo respeta a rajatabla la aconfesionalidad manifestada en la Constitución española, sino que promueve el laicismo, un sistema de garantías que prescinde de proselitismos religiosos o político en las instituciones del Estado, un sistema de convivencia basado en el principio de separación de la sociedad civil y de la sociedad religiosa. El Estado laico jamás combate las religiones que respetan la paz social, la pluralidad, la buena convivencia, todas las razones reflejadas en nuestro marco constitucional. En un Estado verdaderamente democrático sobran los concordatos, ya sean con la Iglesia Católica o con otras confesiones religiosas.
  En una democracia de calidad la clase política y la ciudadanía promueven de forma conjunta y sistemática la calidad de la sanidad pública, una sanidad  que en España, hasta hace cuatro años, era famosa en el mundo por la eficacia y calidad de sus servicios, unas prestaciones que lamentablemente hoy están sufriendo los embates brutales de las políticas de la derecha española en el gobierno del país. En una democracia de calidad todos sus protagonistas, sean representantes o representados, se preocupan seriamente por la transparencia y por la excelencia pedagógica en la educación pública. Luchan juntos contra el fraude fiscal, contra la corrupción política y empresarial y contra la economía sumergida.
   Una democracia madura suele triunfar sobre el paro excesivo y sus consecuencias dramáticas y suele poner todos los recursos a su alcance para que sus investigadores, científicos y jóvenes con preparación no se vayan del país.
   No existe una democracia real con una tasa de paro que ronda el 25%, cuando en realidad existen recursos para subsanar semejante tragedia humana y social. 
   No se fortalece el sistema democrático imponiendo más austeridad, aplicando una rigidez económica financiera que, sobre todo, ha patrocinado y ha impuesto la derecha española bajo el  paradigma económico de la severidad expansiva, una austeridad que sólo ha servido para llevar al borde de la miseria a millones de ciudadanos españoles, para hacer más ricos a los multimillonarios y para que las mafias empresariales, nacionales e internacionales, campen por sus respetos.
   No es con indiferencia oficial que se reparan las desigualdades que produce el sistema, sino practicando la redistribución de la riqueza y poniendo los elementos económicos, presupuestarios, fiscales y políticos para conseguir dicha reparación.
   Un sistema con controles democráticos facilita el establecimiento de empresarios que no despiden sin ningún coste, que no basan sus ganancias en la súper explotación y en salarios de hambre, sino en la modernidad y la innovación.
   Un sistema democrático maduro impulsa la democracia participativa y combate la desafección social con la política. No es indiferente a los dramas humanos y sociales que producen los desahucios o la exclusión social. No permite que se haga triunfalismo con la creación de un empleo precario y con salarios mínimos, propios del Tercer mundo, que dejan a los trabajadores sin ninguna protección, a merced de la temporalidad, los abusos empresariales y una esclavitud laboral que se está pareciendo a épocas que parecían definitivamente superadas.
   Salta a la vista que la democracia española es perfectible y que, hoy por hoy, está necesitada de reparaciones o transformaciones perentorias, sobre todo ahora, cuando finaliza una administración, la del gobierno del Partido Popular, caracterizada por castigar sin tregua, mediante el rodillo de la mayoría absoluta y las políticas económicas neoliberales, no sólo a los ciudadanos, sino a todas las institucionales del Estado de Derecho, a un Estado que se rige por un sistema, de leyes e instituciones, ordenado en torno a una Constitución aprobada por el pueblo, por una Carta Magna que también está necesitada de modificaciones que deberían ser refrendadas por la voluntad popular y no por las premuras oficiales del gobierno de turno.
   Desde este punto de vista, el de la perfectibilidad de nuestro sistema de garantías y l ibertades, cabe preguntarse también si se puede hablar de democracia plena, cuando quienes dicen representarnos en los hechos encarnan los intereses de una minoría privilegiada, cuando se actúa con escasa equidad e imparcialidad, con arrogancia, con alejamiento o haciendo la vista gorda sobre temas básicos o cuando se permite que fallen resortes esenciales de la justicia social, cuando se malogran los pilares fundamentales del Estado de Derecho, el formal y el material, en la conducción del país y en la resolución de los problemas y dificultades que atañen a la población de a pie, a la gente real que vive de un salario o una pensión.