OTOÑO EN ALBACETE

OTOÑO EN ALBACETE
Fiesta del Árbol

lunes, 8 de mayo de 2023

BARCEL0NA, 23 DE JULIO DE 2013

 

La tarde languidece a su suerte, sofocada por una inmensa ola de calor que desdibuja y desenfoca el paisaje urbano de la ciudad.

Salir de la caverna con esta sofoquina parece impensable y eso que son ya las nueve de la noche. Me desligo de las cómodas ataduras que me atrapan a la placidez del sofá y a una tarde tontorrona y emprendo rumbo hacia el Port Vell de Barcelona.

El Parc de la Ciutadella acorta el camino.

Parque muy polémico en su día. Fue construido en los terrenos de la antigua fortaleza de la ciudad, que, a su vez, había sido edificada en el pasado sobre el antiguo barrio de la Ribera como castigo de Felipe V después de la Guerra de Sucesión del siglo XVIII. Diseñado por Josep Fontseré, acogió la Exposición Universal de Barcelona en 1888, construyéndose toda una serie de edificios, pabellones y monumentos. Algunos podemos encontrarlos hoy día, como la Cascada, el Museo de Ciencias Naturales o el Hivernacle.

Precisamente me detengo en la monumental fuente restaurada no hace mucho.

La luz ya apagada de la tarde da un tono crepuscular al dorado de las esculturas que la coronan. El elemento central es el Nacimiento de Venus, de Venanci Vallmitjana, y, en lo alto del conjunto, se encuentra la Cuádriga de la Aurora, de Rossend Nobas, autor también de cuatro grupos de genios, dos faunos y la figura de Eros. En la parte inferior encontramos cuatro grifos modelados por Rafael Atché.

Miles de personas suavizan el sofoco y la humedad de la tarde derrumbados sobre el césped del parque. Grupos de jóvenes, parejas de amantes en clásicas posturas robadas a Rodin, familias de musulmanes en espera del fin del último destello del sol para poder romper el ramadán, niños y más niños, mezclados con sus perros,  corretean y juegan.

En mi avance hacia el puerto, a mano izquierda dejo somnolienta con sabor a viajes de antaño la Estació de França. Más adelante, en la Plaça Palau, tal vez el más antiguo restaurante de Barcelona, el Siete Puertas, con su decoración de clara influencia masónica y sobre el que, en un antiguo piso, parece ser que vivió Picasso en su época  barcelonina.

La luz empieza a desvanecerse.

Llevo una cámara de las llamadas híbridas ( cámara de pequeño formato con las características de una réflex). Se trata de una Sony Nex-R5. Sin flash, la escasa luz me obliga a jugar continuamente con el diafragma, la velocidad y los Issos.

Antes de entrar al Port Vell, donde se están celebrando las competiciones de natación en aguas abiertas y en donde se ha instalado un enorme y gigantesco trampolín, me tropiezo de sopetón con una escultura que siempre he ignorado. Se trata de la escultura surrealista creada por el artista pop estadounidense Roy Lichtenstein para los juegos de 1992.

La luz vespertina la hace más cercana y disfruto, según mi opinión, de las claras influencias de Miró y Picasso.

Ya es casi de noche.

Son las diez y la escasa luz de la  mortecina tarde aún se filtra por las rendijas del paisaje.

Colón se recorta en el fondo, observante y protector, en medio delcontinuo trajín del Maremagnum. Montjuïc se oculta también en sus propias sombras en el horizonte, ajeno a este tremendo barullo de gentes de todo el mundo.



El mar disimula su propia suciedad y saca a flote sus más poéticos reflejos, tímidas copias de esa amalgama cromática de las luces de neón.

Un barco de Balearia Plus espera. No sé si el desembarco o su partida.

Melancolía absoluta en los colores mientras mi cámara se emborracha de ellos.

Cargado con el peso de tantas imágenes, emprendo el regreso a casa.

Relajado.

Diría que casi feliz.

( Todas las fotos son del autor )