OTOÑO EN ALBACETE

OTOÑO EN ALBACETE
Fiesta del Árbol

domingo, 17 de septiembre de 2023

 

LA INDIA,VISTA POR UN ALBACETENSE

BARCELONA,ROMA, DELHI

I


Por fin, hoy día tres de julio, una gran ilusión, alimentada durante años, va a hacerse realidad. La India, misteriosa y lejana, ha empezado a tomar forma en nosotros. Durante los últimos meses, libros, películas, reuniones entre los miembros del grupo y conferencias nos han ido acercando, poco a poco, a su cultura milenaria y a sus gentes.

Cada elemento del grupo ha ido aportando su granito de arena a esta idea, a que este acariciado proyecto madurase y se hiciese realidad: Lourdes, licenciada en Psicología, Gloria en Arte, Joaquín en Economía, Conchita en Derecho, Antonio, especialista en piedras preciosas y, el que que escribe, José Luis, licenciado en Literatura.

En nuestras reuniones nos preguntábamos continuamente si sabríamos digerir el cúmulo de experiencias que Oriente nos iba a ofrecer. Teníamos miedo ante la duda si podríamos prescindir de nuestra mentalidad occidental en un intento sincero de aproximarnos a la India en sus manifestaciones filosóficas, religiosas y humanas.


El vuelo de IBERIA de ochenta minutos de duración nos dejó en el Leonardo da Vinci, el nuevo aeropuerto de Roma. Poco después, la ciudad nos recibía con un auténtico baño de calor, de luz y de sol. Como el próximo vuelo de AIR INDIA con destino a Delhi no salía hasta las 23,55, decidimos pasar el día visitando la ciudad.

El autobús de ALITALIA, con su abusivo precio de mil liras, nos sorprende desagradablemente. Lo consideramos excesivo y el hecho da lugar a mil comentarios diversos: la política italiana, la economía, la actualidad del país centrada en la corrupción de sus estructuras de poder, la fuerza que va tomando el PCI, son temas que vamos desgranando poco a poco durante nuestro despreocupado deambular por la Ciudad Eterna.

En el bus del aeropuerto, sentados detrás de nosotros, susurra lentamente un matrimonio madrileño. Él es profesor de Historia y manifiesta, a veces agresivamente, un carácter duramente amargo. Nos confiesa que España le ha frustrado fuertemente. Son unos auténticos enamorados de Roma y nos recomiendan para comer un restaurante barato, Il Delfino, en el Corso Vittorio Emanuele. Descubrimos como los ojos de nuestro profesor de Historia se van abriendo poco a poco, cómo despiertan emotivamente ante los colosales e históricos monumentos que, al paso, van descubriendo. Da la sensación de que Roma, ”su Roma”, le va restituyendo la vitalidad perdida, las ganas de vivir.

Roma nos emociona y deprime en una mezcla confusa de sentimientos. Sus calles, sus plazas, el color mortecino de sus viejos palacios y sus casas, nos producen una enorme sensación de decadencia, de un envejecimiento lento y pausado, sereno tal vez, pero verdaderamente triste.

Estazione Termini nos sorprende con sus “300 maravillosas liras” por realizar las más elementales necesidades fisiológicas. Menos mal que el Vaticano, y gratuitamente, resuelve gentilmente nuestro problema. Poco después, la Plaza de San Pedro con su impresionante columnata aparece ante nosotros con toda su espectacular belleza. Al fondo, la majestuosa Basílica, concebida como primera iglesia de la cristiandad, nos hace pensar en la institución , en sus riquezas y en su poder.

Todo el Vaticano es una inabarcable obra de arte: pintores, escultores ,arquitectos y todo tipo de artistas que han dejado aquí la esencia del arte como testimonio de este glorioso y, a veces, turbulento pasado.

Nos apresuramos, junto a miles de personas de los más lejanos países y de las más diversas razas, por entrar dentro de la basílica. Gloria, nuestra especialista en arte,no puede entrar, ya que los guardias del templo no consideran púdica su indumentaria. Tiene que esperar a que Conchita salga del templo y le preste su tupido jersey.

La esperamos, sentados en la escalinata de la iglesia,compartiendo esta emotiva comunión de pueblos de todo el mundo.

La tarde transcurre lentamente entre Vía Véneto, punto de reunión de la vida nocturna romana,y la Plaza de España con sus tenderetes hippies, la fontana de Trevi, espectacular belleza estrangulada por un coro de horribles casas ( ¡qué pena! ) y la Vía Fratina que nos ofrece la posibilidad de degustar los famosos helados italianos.

Son las nueve de la noche y estamos de nuevo en el aeropuerto.

Los trámites para conseguir la tarjeta de embarque son lentos y engorrosos. La encargada de estos menesteres no parece terminar de aclararse con la máquina electrónica que está manejando y tenemos que esperar pacientemente. Finalmente, podemos quedarnos ya tranquilos: hemos pasado los controles de aduana y seguridad y nuestra sala de espera, la numero catorce, empieza a familiarizarnos con el destinos de nuestro viaje. Algunos indios ( solamente utilizaré la palabra hindú cuando me refiera a filosofía o religión ) esperan resignadamente la salida del avión. Bien vestidos, muestran un semblante apacible y tranquilo. Se les ve una tremenda seguridad. Son ejecutivos,hombres de negocios, comerciantes, turistas con dinero que regresan a la India una vez terminada su estancia en Europa. Como he comentado, ellos, los hombres a la moda occidental, llevando sobre sus cabezas vistosos turbantes; ellas engalanadas con elegantes y exóticos saris.

Tras media hora de retraso, embarcamos.

El avión presenta un ambiente artificialmente hindú: música propia del país,decoración relajante, azafatas con coloridos saris que nos van ofreciendo caramelos y semillas y que sonríen sin cesar.

Somos conscientes de que esta elegancia y este confort no representan la auténtica India que nosotros deseamos conocer. La realidad por la que nosotros viajamos a este lejano y mítico país oriental está a doce horas de vuelo y es con seguridad, de un sabor muy distinto .

Ahora procuraremos dormir. Nuestra primera escala será Teherán y queremos llegar muy despiertos.





( La mala calidad de las fotos está relacionada con la tecnología de la época. La fotos son del autor )


( Roma, tres de julio de 1976 )

José Luis López Terol

La Voz de Albacete , 1 de septiembre de 1976

13 comentarios:

  1. Siempre muy bonito todo lo que escribes, mientras se lee el artículo, parece que se está viviendo el relato. Enhorabuena.
    JCP

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  2. Me gusta tu relato y me sorprende tu impresión acerca de Roma, ciudad trepidante y vital.
    Esperamos tu relato de vuestro encuentro con la India, su gente, su exotismo, sus costumbres y sus temperaturas antes de la llegada del Monzón, en pleno mes de julio. Enhorabuena por esta narración y por contarnos un viaje tan rico y singular.

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    1. Fue la impresión de todo el grupo en un día de espera en Roma hasta coger el avión que nos llevó hasta Mueva Delhi. Tal vez intervino el tremendo calor de este día de pleno verano. Es verdad que es una ciudad trepidante, llena de vida y de un tráfico caótico. De todas formas, estoy hablando de hace casi cincuenta años. De eso sabe mucho uno de los grandes del cine italiano. Nada menos que Federico Fellini en su magna e histórica obra cinematográfica " ROMA",

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  3. LTerol, acabo de leer el artículo sobre tu escala en Roma y me has hecho volver a pasear por la ciudad eterna. Lo describes con mucho acierto y con los toques personales que cada viaje nos depara.
    A ver si, de vez en cuando, nos sigues regalando más artículos en tu blog! Maite Arcilla.

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  4. ¡Enhorabuena! No sólo has conseguido transportarme a la Ciudad Eterna, sino también a 1976. Deseamos leer la continuación del viaje y conocer cómo era la India, ese mágico país en aquellos años. Por favor, no nos hagas esperar mucho. 😃

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    1. Muchas gracias por tus palabras. Poco a poco irán saliendo los artículos que publiqué en la prensa hace ya muchísimos años. Probablemente, ahora, mi mirada sería distinta.

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  5. ¡¡¡Enhorabuena por habernos transportado, no solo, a la maravillosa Ciudad Eterna, sino también a aquel año 1976!!! Estoy deseoso de seguir este viaje espacio-temporal a ese mágico país que es la India. También tengo mucha curiosidad sobre qué visteis, en esa breve escala, en el Irán anterior a Jomeini.(Conrado)

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  6. Siempre que leo textos escritos por JL he de hacerlo más de una vez. Junto a sus palabras, medidas y sentidas, se ovillan sentimientos que van desenredando la madeja de emociones que cada viaje le ha proporcionado. He tenido la suerte de viajar con JL, y siempre destaco que pasen los años que pasen su interés por la cultura del país o ciudad que visitemos continúa siendo la de un viajero (no considero a JL turista) deseoso de conocimiento.
    En 1976, el año de su viaje a La India, España iba sacudiéndose la caspa del franquismo. La India de entonces era el paraíso y refugio de hippis que buscaban en los santones y gurús hinduistas el camino de la verdad, de su verdad, ayudados por psicoactivos que les iluminaba el camino.
    Estoy segura que en próximos textos, JL nos abrirá las puertas de una percepción sobre la India que nos sorprenderá; es posible que no nos guste, el tiempo va borrando y transformando los recuerdos, pero lo que José Luis cuenta de sus viajes son pequeños trozos de vida que él sabe conservar y atesorar muy bien.

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    1. Muchas gracias, Carmen, por tu motivador comentario.
      Es cierto que el tiempo transforma los recuerdos, las emociones y las imágenes que, sin querer, nacen de la realidad. En este caso, los recuerdos no son los protagonistas de una lejana experiencia. Los artículos publicados en el verano del 1976 reflejan la impresión de un país que estábamos viviendo en carne viva y con el que nos estábamos involucrando emocionalmente.
      Con toda seguridad, cuarenta y siete años después, ahora mismo, si los tuviera que escribir, sin lugar a duda, serían diferentes.
      La vida y los años nos van transformando y esa mirada limpia de aquella época, hoy día sería distinta. Tal vez más curtida y, sin duda alguna, más compleja y confusa.

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  7. En la primera entrega del Viaje a la India el artífice de este artículo nos habla de los preámbulos de esa aventura organizada por el propio grupo, del cual él mismo formó parte.
    En pos de alcanzar lo que habían soñado, los integrantes del grupo van camino al país que han elegido visitar, una India bajo el sol inclemente del verano. Son personas con estudios universitarios, con una educación académica que a veces facilita el aprendizaje de las situaciones nuevas y los encuentros con realidades variopintas y profusas. Saben bien que estar muy lejos de casa obliga a confiar en los otros y a perder de vista todo lo confortable y familiar.
    Viajar en grupo no siempre es sencillo. Puede llegar a ser agobiante, si los integrantes no se conocen bien entre ellos, si no planifican correctamente la experiencia, si no determinan con claridad los objetivos, las actividades generales, los intereses comunes y los itinerarios.
    Cuando se viaja, nuestra vida y nuestros bártulos están sujetos a cambios constantes, a los vaivenes del contexto y los medios.
    Sin embargo, no todo es intranquilidad o riesgo.
    Con dicha actividad nos hacemos poseedores de impresiones envolventes, de sentimientos y sensaciones irrepetibles, que acuñamos para siempre en el rincón gozoso de nuestros momentos vitales.
    Indiscutiblemente, los viajes nos hacen más valientes, más inteligentes y más ricos en vivencias. También nos ayudan a relativizar nuestras certidumbres y nuestra forma habitual de percibir las cosas. Nos invitan a descubrir otras realidades con nuestros propios ojos, nos tientan a desprendernos de las certezas, a poner distancia para hallar perspectivas nuevas, a abandonar dogmatismos y prejuicios, a introducir en la consideración de los asuntos que estimamos importantes aspectos que no habíamos tenido en cuenta y que atenúan los efectos rígidos de nuestro cosmos personal.
    Una vez escuchamos decir a un profesor de geografía que hacer un viaje es como vivir tres vidas, cuando se sueña con dicho viaje, cuando se realiza y cuando se recuerda.
    Enhorabuena por estos recuerdos lejanos, por estas memorias que manifiestan una de tus grande aficiones, conocer la tierra a través de las vicisitudes experimentales de viajar por ella.
    Nelson Muñoz


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    1. Fantástica reflexión, querido Nelson, sobre las incertidumbres de un viaje y más, como éste, a una cultura milenaria, lejana y muchas veces repleta de tópicos.
      Casi siempre en viajes de este tipo la amistad, y me refiero a la auténtica amistad, siempre se pone a prueba. A nosotros nos pasó, aunque después de un tiempo, los contratiempos, la diversidad de criterios y algún que otro incidente, pasaron al olvido y recuperamos con ternura y diversión aquellos momentos.
      Como muy bien decía tu profesor de Geografía, en un largo viaje siempre se juntan esas tres vidas que él tan bien explica. Precisamente, estos artículos, escritos en un tiempo ya bien lejano, siguen formando parte de esos perdidos recuerdos que aún siguen formando parte de nuestras vidas.
      ¡Muchas gracias, Nelson! Por si te animas, estoy pensando en otro viaje al lejano oriente. Tal vez la República Popular de Corea del Norte.

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