OTOÑO EN ALBACETE

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Fiesta del Árbol

sábado, 13 de agosto de 2011

Leyendo a Pierre Boulle (Autor del Planeta de los simios)

Ahora que la película de  Rupert Wyatt ha vuelto a poner sobre la  palestra el tema de los simios y el dominio de ellos sobre la raza humana (yo mismo estoy leyendo el libro de  Pierre Boulle), me sigo haciendo la misma reflexión: los humanos  nos creemos los únicos en  el planeta  capaces de sentir emociones. Hemos dado por sentado que la emotividad es propia, única y exclusivamente, de nuestra  especie. El  resto  de seres vivos que  conviven o, tal vez estaría mejor definido, malviven con nosotros  es incapaz de sentir y expresar emociones.
    El afecto, la tristeza, la alegría, la ternura, la capacidad de recordar y reconocer, el agradecimiento, el amor, la protección de los  suyos, la libertad,  la fidelidad inquebrantable, la lucha por la supervivencia son también sentimientos  propios del mundo animal al que llamamos irracional y de todos los seres vivos, diría yo.
Nuestro mal llamada racionalidad nos ha llevado al exterminio de muchas especies y   al uso  sistemático de la  tortura como placer excusándonos en la tradición popular.
Personalmente me alegro de la abolición de los toros en Cataluña, pero no deberíamos ver el sufrimiento de los animales con un doble rasero. Los “correbous”, tan extendidos por la geografía catalana, también deberían ser abolidos sin ningún tipo de remilgos. Ninguna excepción puede excusar  la tortura y sufrimiento de los animales.
Por este motivo la película me plantea cómo nos sentiríamos nosotros si un día fuéramos  tratados como  seres inferiores. Y en nuestra cultura eso sucede, no solamente con los animales, sino con todos aquellos  a los que consideramos inferiores por motivo de raza, cultura, educación,religión o porque son, simplemente, pobres, indefensos y desvalidos.


José Luis López Terol

4 comentarios:

  1. Sin haber leído nunca tratados relacionados con la teleencefalización o la metempsicosis, sé, por mi propia observación y experiencia, que los animales son muy inteligentes, que tienen emociones y sentimientos. Por tanto, estoy convencido que la vida cognitiva y afectiva no es una adquisición exclusiva de la especie humana, sino que la compartimos con otras especies.

    Mal que les pese a los mercaderes de las religiones y sectas, astutos que viven muy bien vendiéndonos la concepción de que los humanos pertenecemos a la cúspide de la creación, somos el producto de una larga evolución biológica, pero seguimos siendo animales, a pesar de haber conseguido “progresos” tan substanciales para nuestra evolución como el teleencéfalo y la pulgar oponible.

    Somos vertebrados como las ballenas, que también son mamíferos, somos bípedos como las gallinas y como los monos, somos, ni más ni menos, como esa gorila del zoo de Münster, en Alemania, que pasó varios días sin desprenderse del cuerpo de su cría muerta.

    ¿Quién no ha oído nunca llorar a un perro o a un gato? Sabemos que los animales lloran, que los perros y los gatos se quedan tristes cuando sus amos se ausentan o se mueren.

    En cuanto al partido político del señor Mas, una Convergència i Unió que sabe muy bien trajinar con el doble rasero y las apariencias, tengo que decir que no estoy de acuerdo con que esa formación condene las corridas de toros porque son españolas y deje intacta las juergas populares que utilizan a los toros en “Los Correbous” porque son catalanas. Si unas son abominables, también lo son las otras.

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  2. Vaya, Nelson, ¡qué acopio de información! Totalmente de acuerdo con lo que dices y especialmente con la incoherencia de los que hipócritamente defienden la dignidad de los animales.

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  3. Me gustaría saber qué son los "correbus" catalanes. No soy una fan de la defensa de los derechos de los animales,pero tampoco me resulta simpático el maltrato. De todos modos, consumir carne supone necesariamente un maltrato y yo no soy vegetariana. En cuanto a sentimientos animales, yo le daba clases de español a un norteamericano que tenía un perro muy lindo, de una raza china que no recuerdo cuál es. El perro me recibía con alegría; una vez yo estaba muy deprimida, y el perro se colocó entre el sofá (donde yo estaba sentada)
    y mis piernas y no se movió de allí durante horas.

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  4. Reciben el nombre de correbous una serie de fiestas “populares tradicionales”, realizadas en Cataluña, en las cuales se hacen diferentes tipos de encierros de toros, vacas o vaquillas. Estas fiestas se realizan preferentemente en el sur, aunque no exclusivamente, en las Tierras del Ebro en la Provincia de Tarragona.
    Entre los diversos tipos de correbous que se realizan, destacan el bou embolat (toro embolado) en el cual se ata al toro por las patas y el rabo, inmovilizándolo, para ponerle antorchas o bolas inflamables en los cuernos, para luego soltarlo en las calles; esta variante es común en municipios como Amposta. Otros tipos de correbous son el capllaçat (toro ensogado), en el cual se atan cuerdas a los cuernos por medio de las cuales los toros son arrastrados por las calles; realizado en Cases d’Alcanar
    Espectáculos todos ellos en los que se tortura al animal por mucho que la hipocresía y la doble moral de los gobernantes catalanes digan lo contrario.
    Por desgracia, aún persisten en toda España diversiones sangrientas que tienen como único objetivo garantizar la diversión gratuita a través del sufrimiento y tortura de los animales.

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